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Ep. 12 Microbiota y salud cardiovascular, con José Abellán

¿Qué vas a encontrar?

>> No abundan los profesionales de Cardiología que se dedican a la divulgación, ¿no? (Minuto 1:57)

Realmente, creo que no. Para empezar, la Cardiología es suficientemente intensa y acaparadora, porque los cardiólogos solemos ser investigadores constantes y eso nos absorbe mucho. Yo quizá elegí un camino más destinado al público general, sé que es algo particular.

>> En una entrevista, te escuché que definías tu especialidad, cardiólogo intervencionista, como “los profesionales que cuidamos los problemas del corazón, de dentro, desde fuera”. Yo sé que eso se refiere al tipo de intervención que hacéis, pero me pregunto si también valdría esa definición para englobar toda la divulgación que haces sobre estilo de vida. Cuidar lo de dentro en base a todo lo que hacemos desde fuera. (Minuto 2:43)

Posiblemente, sí. En mi trabajo, a lo que me refiero, es que nosotros de una manera física o estructural, quitamos o reparamos problemas en la estructura (vasos y arterias del corazón) desde fuera, porque lo hacemos desde una pequeña incisión en la muñeca o en la ingle desde la que conseguimos llegar con herramientas físicas al sitio en cuestión.

Pero no me parece un mal símil porque realmente todo lo que podemos hacer nosotros por nuestra salud, lo hacemos desde fuera, desde una perspectiva integradora y cuidando qué hacemos en el mundo y cómo lo hacemos para que recale en nuestro estado interno.

>> ¿Y cómo pasa uno de ser un estudiante de Medicina con la Cardiología como especialidad en un divulgador por el estilo de vida? (Minuto 4:20)

Pues te puedo contar mi caso. Yo siempre he sido curioso y abierto de mente. Ahora mismo, no me parezco demasiado a la persona que era hace cinco o diez años y realmente lo que me ocurrió fue que después de estudiar Medicina y hacer Cardiología y de formarme en Intervencionista (que requiere un esfuerzo de años), me apunté a un box de alta intensidad.

Como era lo único que podía hacer para entretenerte, porque el resto del tiempo estaba estudiando o trabajando, intentaba aprovecharlo al máximo. Y allí me encontré con gente que me empezó a decir por qué no cuidaba mi alimentación. De hecho, me apunté para me guiase una dietista-nutricionista y me enseñaba cosas que, incluso siendo yo médico, no sabía: que el arroz hay que tomarlo integral, que el pan blanco te aporta muy poco, que la leche desnatada es menos nutritiva que le leche entera…

Y claro, cuando me dijo todo eso, lo primero que hice fue negarlo, como siempre, pero después empiezas a estudiar si eres curioso y llegas a la conclusión de que estamos muy equivocados, incluso dentro del sistema sanitario, de lo que es una salud óptima.

Esto me cambió 100% y quise contárselo a mis compañeros, pero me encontré con un muro tan grande que decidí contárselo a la gente. Luego llegó la pandemia y me pareció una época buena en la que plantearme un perfil divulgador.

>> En uno de los primeros vídeos que subiste a Instagram hablas de la “primera pastilla jamás inventada para cuidar la salud cardiovascular”: el ejercicio físico. ¿Por qué tener falta de músculo puede ser tan malo como un exceso de grasa? (Minuto 7:13)

Lo que ocurre es que el ejercicio físico es la gran falta o la gran bandera roja de la que palidece la civilización occidental. El problema principal que tenemos respecto a la enfermedad crónica es la falta de actividad física. En nuestro país, prácticamente el 40% de la población es sedentaria y el 60% solo hace ejercicio físico de baja intensidad.

Este ejercicio físico es importante porque la cantidad de grasa y de músculo que nuestros hábitos nos dejan tener es muy distinta a la que óptimamente estamos preparados para tener y por eso nuestro cuerpo se desregula. Un beneficio de hecho de la práctica de ejercicio físico regular es precisamente ese aumento de masa magra, de la cantidad de músculo que tenemos.

Algunos profesionales aún consideran a día de hoy esto como una cuestión menor, aunque sabemos que tener un bajo porcentaje de masa muscular atañe o provoca una inflamación crónica de bajo grado, resistencia a la insulina, aumenta la presión arterial, empeora la calidad de nuestro colesterol… Y todo eso sí que son factores reconocidos que influyen en la enfermedad cardiovascular y que provocan más infartos, que es de lo que principalmente nos morimos.

Por eso, deberíamos prestar más atención a esto, en vez de dar pastillas para tratar esa tensión alta o esa diabetes. Si fuéramos conscientes de que con ejercicio físico regular nos protegemos de todo esto, yo creo que mejoraría mucho la salud de todos nosotros. Por eso es tan importante, porque mejora nuestra composición corporal y aleja la incidencia de estos factores que provocarán que enfermemos desde el punto de vista cardiovascular (y no sólo).

>> ¿Qué le pasa a nuestro sistema cardiovascular cuando le metemos alcohol, tabaco, tóxicos, sedentarismo, mala alimentación…? (Minuto 10:50)

Esto sí lo conocemos desde hace mucho tiempo. Cuando hablamos de riesgo cardiovascular, la lesión fundamental por lo que la mayoría de enfermedades del sistema cardiovascular nos matan o nos producen patología tiene una base: la creación de enfermedad en las arterias de nuestro sistema circulatorio.

Esta enfermedad en las arterias provoca lo que se conoce como disfunción endotelial, que se produce cuando la pared interna funciona mal, por lo que es más fácil que se estreche la luz de estas arterias y se produzca un infarto o incluso romperse directamente y que se produzca un infarto agudo de miocardio, que es la principal causa de muerte.

Ha habido varias teorías que han intentado explicar por qué se forman estas placas de ateroma o esta disfunción endotelial. A pesar de que hay controversia con la teoría lipídica (por la cual el colesterol es el principal motivo por el que se producen estas placas), desde hace tiempo está claramente demostrado en estudios anatómicos, clínicos y de Biología básica, que existe de manera previa una inflamación en esa pared arterial, que es la que provoca las placas.

Cuando nosotros tenemos un bajo porcentaje de masa muscular, o un alto porcentaje de masa grasa, o tenemos sedentarismo, o comemos alimentos inflamatorios, o tenemos una inflamación que se cronifica (por una infección, por ejemplo)… Todo eso provoca la inflamación de bajo grado, que la gestionamos regular, porque no estamos hechos para estar continuamente así y nos envejece.

¿Por qué? Pues porque todas nuestras arterias son sensibles y ante cualquier disrupción que pueda tener la pared de una de ellas (que nos ocurre continuamente) digamos que se prolonga en el tiempo esta cicatrización, provocando las placas.

Además, todos los factores que favorecen el desarrollo de inflamación de bajo grado son, precisamente, todos los que aumentan la incidencia de infarto o de enfermedad cardiovascular, o de cáncer. Por eso tenemos que prestarle tanta atención.

Creo que de esto se está hablando desde hace poco tiempo, pero que la enfermedad cardiovascular parte de una inflamación previa, es algo que sabemos desde hace mucho. Digamos que, a pesar de que sí éramos conscientes desde hace mucho tiempo de que la inflamación crónica de bajo grado podía ser un factor esencial en la génesis de la enfermedad cardiovascular, la Medicina se ha enfocado más en tratar esta hipertensión para bajarla y no tratando de ver qué es lo que ha provocado esa inflamación crónica de bajo grado que ha dado lugar a esa hipertensión. Simplemente se trata de poner parches o pastillas.

Dhaneo Cardio. Salud cardiovascular

>> Hablemos de los ácidos grasos de cadena corta. ¿Qué son y qué importancia tienen para nuestra salud cardiovascular? (Minuto 16:24)

Están muy relacionados con la salud de la microbiota. Es un aspecto que también ha sido muy controvertido y que a mí me gusta especialmente porque algunos son ácidos saturados a los que clásicamente se les ha achacado ser perjudiciales para la salud.

Básicamente, un ácido graso de cadena corta es aquel que tiene muy pocos átomos de carbono en su cadena, seis o menos. Son producidos precisamente por nuestra microbiota al digerir o fermentar la fibra que para nosotros no es digerible. Y son claves para nuestra salud porque se convierten en un metabolismo importante para nuestro sistema digestivo.

Nuestro colon se nutre energéticamente de ácidos grasos de cadena corta, pero cuando pasan a nuestra sangre (pueden hacerlo directamente), sabemos que son sustancias antiinflamatorias, que fortalecen el sistema inmune, que pueden ayudar a reducir la incidencia de algunos tipos de cáncer, aunque es verdad que también pueden mejorar nuestra sensibilidad a la insulina y ganar un poco de peso.

Pero sí que tiene mucho sentido o me parece un buen mensaje abrir la mente, porque no tenemos tan claro que los ácidos saturados sean tan perjudiciales. Se les ha achacado siempre ser los culpables de la enfermedad cardiovascular porque, efectivamente, lo han demostrado en algunos estudios, pero también es cierto que en estos estudios venían de comidas procesadas y no de alimentos naturales.

De lo que tenemos que ser conscientes es de que cuidando nuestra microbiota y aumentando la ingesta de fibra, nuestro cuerpo se nutra de estos ácidos grasos de cadena corta, bajando la inflamación crónica y posiblemente reducir nuestro riesgo cardiovascular.

>> Otra cuestión relacionada con la microbiota y nuestro intestino que es la permeabilidad intestinal. ¿Qué es y qué impacto tiene en nuestra salud cardiovascular? (Minuto 20:09)

Esta relación es bastante clara y fácil de explicar. Nosotros tenemos una barrera intestinal que nos protege de que en nuestra circulación no entren productos no digeridos o tóxicos. Sabemos que simplemente una comida con productos perjudiciales o procesados, muy alta en azúcares y grasas trans, puede romper esta barrera. Y es entonces cuando seres vivos que normalmente deberían estar controlados dentro de nuestro intestino pueden empezar a pasar a nuestra sangre.

Esto no tendría problema si se eliminaran, pero si nosotros consumimos este tipo de alimentación se provoca de nuevo esa inflamación de bajo grado y la alteración del sistema inmune y nuestro cuerpo no puede luchar contra ellas. Así, a partir de pequeñas incisiones en las paredes de las arterias por parte de esos microorganismos, se pueden crear placas de ateroma, que son la base para la enfermedad cardiovascular.

>> Además de la microbiota intestinal, la oral está estrechamente relacionada con el riesgo cardiovascular, ¿por qué? ¿Qué le pasa a mi corazón si tengo una gingivitis que está a punto de derivar en periodontitis? (Minuto 23:35)

En nuestra boca, con la propia alimentación, creamos micro erosiones que hacen que pongamos en contacto nuestra circulación interna con la externa. Entonces, si tenemos una mala higiene dental muchos microorganismos orales pasan directamente a nuestra circulación.

Si esto ocurre de vez en cuando y estamos preparados para ello, no pasa nada, pero si llevamos una mala alimentación, que nos va a promover un estado proinflamatorio nos va a pasar lo mismo, que se creen placas de colesterol o de ateroma.

Pero es que con la boca pasa que muchos gérmenes o microorganismos orales son los mismos que después nos encontramos en alguna enfermedad de las válvulas del corazón. Y son unas enfermedades muy importantes, con un pronóstico no demasiado bueno y que a veces requieren cirugía cardíaca, como por ejemplo, la endocarditis. En este caso, esos microorganismos de la mucosa oral pueden tener cierto tropismo y se quedan y crecen, comiéndose las válvulas del corazón.

Cuidando nuestra microbiota oral y llevando una buena higiene dental nos alejamos de estas gingivitis o periodontitis que van a ser una puerta abierta enorme para que todos los microorganismos puedan pasar a la circulación. Incluso la salud de nuestros dientes va mucho más allá de nuestra boca.

>> Hablemos de alimentación. A día de hoy tenemos muchas dietas diferentes: paleo, low carb, mediterránea, cetogénica, keto… ¿Qué debemos hacer para comer bien? ¿Y cómo nos ves a nivel social en educación nutricional? (Minuto 26:36)

Nos veo muy mal. Una parte muy importante de mi labor divulgativa consiste en dar esas nociones básicas para poder llevar a cabo una alimentación cardiovascularmente óptima. Sí hay alguna dieta que desde el punto de vista de los estudios clínicos es más saludable para nuestro corazón, basada en plantas sin exclusión de proteínas de origen animal como leche, huevo y pescado. Pero más allá de que las dietas cetogénicas pueden tener algún aspecto menos beneficioso para nuestro corazón, en general, ojalá todo el mundo hiciera una low carb sin productos procesados, porque eso ahondará en una mejora clara de la alimentación de toda la población.

Partimos de la base de que comemos muy mal, estamos hartos de consumir alimentos ultraprocesados, que esos sí sabemos que son súper perjudicales y de ser esclavos de la necesidad de comer cada pocas horas, de tener que consumir productos como alcohol, que hay quien sigue pensando que cardiovascularmente es beneficioso…

¿Qué tenemos que hacer para cuidarnos? Comer productos naturales. Yo creo que el realfooding es una corriente que aporta mucho más de lo que puede perjudicar, que es muy poco (es verdad que hay que saber flexibilizar). Pero si conseguimos que día a día nuestra alimentación esté basada en productos naturales, de los que no necesitan etiqueta, que los cocines de manera óptima, olvidándonos de las frituras y de los empanados… no haría falta hablar de qué tipo de dieta es la mejor. No nos olvidemos de la base.

>> Existen dos tipos de prevención, ¿qué diferencia hay entre la primaria y la secundaria? (Minuto 31:36)

Siendo riguroso, hay tres: primaria, secundaria y terciaria, pero ya son términos que no tienen tanta utilidad para la gente y es más fácil separar entre primaria y secundaria. La primaria sería todas aquellas acciones o medidas que se pueden aplicar para evitar o disminuir el riesgo de que aparezca una enfermedad concreta, y la secundaria se entiende que son las que podemos aplicar una vez que la enfermedad aparezca.

En el sistema sanitario, todas las herramientas que tenemos son para la secundaria. En cambio, las de la primaria adolecen en él. Pero es que tenemos que tomar en consideración la vida que tenemos y contamos con más margen para prevenir antes de que aparezca la enfermedad que después, que ya tenemos muchos más años, estamos más cascados por dentro y las medidas son más farmacológicas.

Por eso creo que es importante empezar a informar y ver que seguramente se pueda hacer algo más por enfocar esa prevención primaria.

>> ¿Cómo crees que debe ser el modelo asistencial del futuro o del presente más cercano? ¿Qué falla en el actual? (Minuto 33:42)

Desde mi punto de vista, el modelo actual se centra demasiado en curar la enfermedad. Somos buenísimos en prolongar la esperanza de vida una vez ha empezado la enfermedad, cada vez muere menos gente de un infarto, pero cada vez tenemos más población que vive con las secuelas del mismo.

Lo ideal sería lo contrario, que consiguiéramos evitar la incidencia de infarto. Yo en mi consulta no puedo enseñar a nadie cómo se come. En general, el sistema no se puede permitir que alguien entrene ejercicio pesado antes de que le dé un infarto o una vez que ha pasado el infarto no todo el mundo puede someterse a un plan de reanimación cardiaca…

Pero también tengo que decir que es muy bonito echarle toda la culpa al sistema. Es una labor por la que yo estoy aquí, nos falta mucha información y consciencia propia de lo que podemos hacer por nuestra salud. Que pueda comprar droga no significa que me tenga que drogar. Pues lo mismo pasa con la alimentación (salvando las distancias evidentes).

Hay que ser conscientes de que el marketing existe y de que tenemos que entender cuál es la mejor manera posible de cuidarnos y actuar en consecuencia. No podemos delegar la responsabilidad en un sistema sanitario que también tiene que ser rentable de algún modo.

>> ¿Cuáles son tus consejos para cuidar nuestra salud cardiovascular y nuestra microbiota? (Minuto 36:18)

Te lo resumo en cuatro pilares, que es lo que yo intento hacer con mi salud: consumir alimentos naturales (cuanta menos etiqueta, mejor), realizar ejercicio la mayoría de días que pueda, dormir al menos 7 horas cada día y por último, pero seguramente el más importante, intento rodearme de gente que quiero, contarle todos mis problemas y que me ayude y estar en el ambiente de más cariño que pueda. Eso me hace ser feliz y sabemos que la soledad también enferma. Así que eso me mantiene más saludable.

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