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Ep. 13 La microbiota del Mago More

¿Qué vas a encontrar?

>> Mago More, bienvenido a nuestra comunidad friki. Somos un montón y nos alegramos de que formes parte. (Minuto 1:59)

Claro que sí, yo encantado de hablar de estas cosas y sobre todo porque es mucha la gente que nos pregunta. Le llamo la maldición del doliente, que siempre acabamos resolviendo dudas acerca de lo que hablamos Y es que vivimos en una sociedad enferma y la ausencia de enfermedad no significa que tengas salud. Y antes o después, la gente va enfermando y se va dando cuenta de lo importante que es tratar estos temas.

>> Totalmente, te das cuenta a medida que hablas de estos temas en público, que todo el mundo sufre de algo. (Minuto 2:54)

El problema es que se normaliza. Yo hablo con mucha gente, especialmente mujeres, porque son más proclives a hablar de salud, y aunque te dicen que están bien, si empiezas a hacerles preguntas sobre cómo se levantan, cómo van al baño, cómo duermen, qué tal sus digestiones… Se demuestra que no están bien. Por eso, cuando empiezas a indagar un poco te das cuenta de que no todo el mundo está como debería.

Hay una cosa que también dice mucho la gente: “Yo no me dí cuenta de que lo era tener una buena digestión hasta que la tuve”. Y fíjate que de una cosa tan normal como es ir al baño hemos creado un mito y la gente no quiere hablar de ello, como si estuviéramos hablando del nazismo en la II Guerra Mundial. Pues, no. Estamos hablando de ir a cagar. Por eso me encanta Sari, porque lo cuenta tal cual, de manera natural.

>> More, tú eres presentador, empresario, guionista, actor, conferenciante, articulista y mago. ¿Cómo se puede ser tantas cosas?(Minuto 11:40)

Yo creo que organizándote bien. Yo he descubierto con la productividad que siempre tienes que analizar si lo que estás haciendo puedes hacerlo de una manera más eficiente y la respuesta siempre es sí. Hay una frase que yo repito mucho en mis charlas, que es de Abraham Lincon, que dice: “Si tuviera seis horas para cortar un árbol, estaría cuatro afilando el hacha”. Y yo estoy todo el día afilando el hacha. Porque en vez de estar cortando árboles, como un pollo sin cabeza, estoy pensando si las cosas se pueden hacer mejor. 

Esta mañana estaba preparando un curso que estoy haciendo de atajos para usar mejor el Iphone y me di cuenta de que todo lo que hago de curso de formación, es para mí, para aprender yo. Luego es verdad que lo comparto, pero en el fondo lo hago para mí, porque me doy cuenta de que no tenemos ni idea de hacer las cosas. Por eso me dedico a estudiar cómo hacerlas bien y después se lo enseño a la gente.

Por eso, la primera pata es la productividad. Y después está la delegación, que me ha costado muchos años. Yo tengo 50 años y empecé a hacerlo a los 40 o 45. Es una tarea difícil y tiene que ver con el fiarse de los demás y hacerles un seguimiento a las cosas. Creo que lo mejor es dedicarse a lo que uno mejor sabe hacer. Yo no soy buen jefe, por ejemplo. Pues yo me dedico a vender y a hacer relaciones públicas, que es donde yo soy un fiera. Y el resto que lo haga otra gente. Entonces, creo que el poder delegar y confiar, sabiendo que no lo van a hacer al cien por cien pero que tú dejarás de ser un tapón, permite que te dediques a hacer un montón de cosas a la vez.

Te voy a contar las cuatro fases de la delegación. La primera es: yo hago, tú miras. La segunda: yo hago, tú haces. La tercera: tú haces, yo miro. Y la cuarta: tú haces. ¿Qué hacen los jefes habitualmente? Pues te dicen: “¡Haz esto!”. Pues te acabas de saltar todas las fases del medio, con lo cual la otra persona no lo va a hacer bien y encima tú, como jefe, le vas a echar la bronca y la culpa no es del otro, es tuya, porque no has seguido todas estas fases. Delegar es invertir en ti y en los demás.

>> Vamos a hablar de tu libro, “Superpoderes de éxito para gente normal”, cuya recaudación de venta va íntegra a la Fundación Síndrome de West, que ayuda a los niños que sufren esta enfermedad, así como a la Fundación Bobath, que es un cole especializado en parálisis cerebral. (Minuto 08:30)

Sí, ahí es donde va mi hijo Marcos. Y que sepas que llevo más de 100.000 libros vendidos, con lo que de momento he donado más de 100.000 euros y estoy encantado, porque son para esta asociación y no hay mayor satisfacción que ayudar a los demás. 

Ayer estaba viendo un vídeo de Marián Rojas Estapé y hablaba de la oxitocina, que es una hormona que se segrega cuando ayudas a los demás. Por eso, cuando alguien me dice que está mal, le digo que ayude a los demás. Primero, porque te pone los pies en el suelo, es decir, tú estás mal por qué. Ayudando a los demás, te das cuenta de en qué marco estás y, como yo digo, tenemos problemas del primer mundo. La gran mayoría de la gente, me refiero. Muchas veces nos quejamos de estupideces. 

Además, ayudando, como te decía, generas oxitocina y eso es incalculable el valor que tiene porque te hace sentirte mucho mejor.

>> Cuando te diagnosticaron artritis psoriásica pasaste de la medicación más convencional a acabar en las manos de un naturópata, de una inmunóloga, a cambiar tu alimentación… Descubres qué es el estilo de vida y la epigenética. Cuéntanos cómo viviste todo aquello. (Minuto 10:00)

Pues fue bastante complicado. Recuerdo perfectamente el primer médico que me lo diagnosticó y a mí se me hundió el mundo. El tipo ni me miró a la cara. Fue un diagnóstico absolutamente frío, no me dio ningún tipo de esperanza… Luego fui a ver a otro médico, que me confirmó el diagnóstico y fui a ver a un tercero, que se llama Jesús Sanz, que es un tío majísimo y que está en el Puerta de Hierro, que utiliza más la Medicina alopática, pero no era lo que yo estaba buscando. Yo quería saber cuál era el origen de la enfermedad y eso me llevó a una investigación de más de diez años.

Él me dijo que con la Medicina de aquel momento podía estar bastante controlado, pero a mí el tratamiento me dejaba hecho polvo. La artritis, además, es muy complicada. El otro día me encontré con otra chica que la sufre y hablábamos de lo difícil que es que te duela por dentro. Es que te quieres morir, es terrible. Pero la gente por fuera te ve normal, parece que lo estuvieses simulando. Es como la gente que tiene lupus o fibromialgia, es una enfermedad invisible.

Yo estuve tres años que no podía meter en jersey levantando el brazo, tampoco podía afeitarme. No podía andar, parecía Chiquito de la Calzada. Lo pasé realmente mal. Y en todo este camino fui descubriendo a doctores que me ayudaron mucho. La primera fue Rosa Moltó, que es una doctora de Valencia que me orientó bastante. Antes, incluso, dí con un naturópata que supuso un antes y un después: Andrés. Me cambió todo los hábitos de alimentación, algo fundamental en la artritis. Yo me río mucho cuando me encuentro con médicos que me dicen que la alimentación no tiene nada que ver, que no existe evidencia científica. No es que no exista, es que no se la han leído, que es distinto.

Tiene que ver porque es una enfermedad inflamatoria y yo en mi caso tengo perfectamente identificados los alimentos que me producen inflamación. Cuando tú te retiras esos alimentos, tu inflamación baja muchísimo y deja de dolerte. Entonces, gracias a Andrés yo cambié todo mi estilo de alimentación y después me fui con Rosa, que es buenísima. Después me trató Irina Matveikova, una doctora rusa que está en Madrid y fui teniendo ese periplo de médicos, en el que cada uno me fue aportando cosas y con los que fui aprendiendo mucho.

Entre medias, estudié todo lo que pude, leyendo todo lo que caía en mis manos, cambiando mi estilo de vida, algo que no es nada fácil. Por ejemplo, en cuanto a la alimentación, yo no soy celíaco, mis valores están en rango, pero Irina me dijo que retirase el gluten, porque me estaba generando muchísima inflamación y así fue. Cuando dejé de tomarlo, me desinflamé mucho.

Yo me fui a la asociación de celíacos y recuerdo descubrir que los que de verdad saben son los enfermos. Ellos tienen mucho debate con el tema de los parámetros y se preguntan por qué aquí tenemos un rango y en Francia es otro. ¿Tú estás en los Pirineos y a este lado eres celíaco pero al otro no? Entonces, lo que decían ellos es que da igual. Si te hace daño el gluten, quítatelo, no hay más. Y todavía me encuentro con médicos que dicen que el gluten es necesario y eso sí que no sé dónde lo pone.

Por lo tanto, es muy importante que aprendamos a escuchar a nuestro cuerpo. Cuando alguien tiene determinados dolores o granos, o sudores, o te huele mal el aliento… En fin, hay un montón de indicadores que te dicen que algo no va bien. Hay que saber escuchar a nuestro cuerpo, porque eso al final pasa factura.

>> En tu libro dices: “Fui descuidando mi salud mientras seguía absorto en mi trabajo. No me preocupé de las señales que el cuerpo me daba, porque, no te engañes, el cuerpo siempre avisa”. ¿Somos demasiado exigentes con nuestra salud? ¿Le pedimos que se mantenga siempre fuerte sin darle nosotros nada a cambio? ¿Por qué esperamos a estar enfermos para cuidarnos? (Minuto 17:05)

No, yo creo que no pedimos mucho, sino todo lo contrario. Creo que no nos observamos. Estamos en una vorágine, sobre todo los que vivimos en ciudad y tenemos trabajos muy demandantes y exigentes, que nos lleva a descuidar nuestra salud. Hay una frase del Dalai Lama que dice: “El hombre pierde la salud para ganar dinero y una vez que lo ha conseguido, pierde su dinero para recuperar la salud” y yo lo suscribo cien por cien. Eso es lo que me pasó a mí y en general a los que andamos de un lado para otro.

Yo lo que le digo a mis amigos, los que aparentemente están bien, es que no hace falta que sean talibanes de la comida, del deporte… Yo lo tengo que ser porque no me queda otra. Porque, no nos engañemos, yo sigo teniendo artritis psoriásica, pero esto es como una inflamación del intestino: tengo un fuego que me está quemando y con todos los hábitos que yo practico en mi día a día lo que hago es bajarlo al mínimo. Sé que sigo teniendo artritis. De hecho, cuando me paso, ese fuego sube y me quema, lo noto. Pero como lo mantengo tan bajito, a mí casi se me ha olvidado que sufro esta enfermedad. Llevo años sin medicación, me levanto bien, hago vida normal… Tengo un poco de psoriasis, eso sí que es verdad, pero el resto me despreocupo por completo.

Lo que le digo a la gente que está sana es que tienes que pecar pero siendo consciente de cuándo lo haces. Y no puedes pecar cinco veces en la comida y cinco en la cena, porque llega un momento en el que vas a cascar. Y no se trata de tener una larga esperanza de vida, sino de tener años con calidad. No es una cuestión de morir con 90 años, sino que si yo estoy enfermo a los 50, ¿para qué vivir otros 40? No me interesa vivirlos así.

Por eso creo que es muy importante que la gente sana sea consciente de que si vas haciendo pequeños pecados en la comida día a día, estás comprando muchos boletos de Lotería para cascar. Ya tendrías que tener una genética tremenda para aguantar.

Sobre la epigenética, decirte una frase que leí hace tiempo y que me gustó mucho, que dice: “La genética te carga la pistola, tus hábitos de vida aprietan el gatillo”. La epigenética dice que puedes haber nacido con una predisposición determinada, pero si cuidas los hábitos de vida, no tienes por qué desarrollar esa enfermedad. Pero la genética es la excusa de los vagos. “Como ya me han dicho que voy a ser diabético, me pongo hasta arriba de azúcar”. No, lo que han dicho es que tienes más papeletas para ser diabético, pero si tú te cuidas no tienes por qué desarrollar la enfermedad. Es como echarle la culpa a tus padres y a tus abuelos. No, la culpa la tienes tú, porque somos los responsables de nuestra enfermedad. Claro que tienes más papeletas, pero es como si cada uno de nosotros tuviese un vaso al nacer. Si tú, genéticamente, ese vaso lo tienes más lleno, no vayas echando las mismas gotas que echan los demás, no te lo puedes permitir. Sin embargo, los que tienen una genética más beneficiosa, han empezado con un vaso mucho menos lleno, pero lo van llenando también.

Por eso es muy importante, como te decía, que sepamos cuántas veces pecamos. Porque cuando el vaso se desborda ya no hay vuelta atrás. Tenemos un cuerpo, no hay más.

>> Y tanto… sobre todo porque la prevención tiene muchísimo que ver también con nuestra microbiota y su capacidad de ejercer sus funciones correctamente. (Minuto 22:15)

Por eso, a la gente que está sana yo le recomiendo que se hagan una reimplantología probiótica varias veces al año, para preparar su intestino y notar cómo su microbiota se reequilibra. En general, todo el mundo nota esa mejoría, porque se acatarra menos, regulariza ese tránsito intestinal poco saludable que tenía antes…

Porque, al final, nuestro sistema inmune está en nuestro intestino y si lo tienes sano, te ayudará mucho. Si es que volvemos un poco a nuestros ancestros, que ya hablaban del poder del intestino. Quitándole todo ese halo metafísico y espiritual, te quedas con que ellos ya sabían dónde estaba el centro de la salud. Ellos empíricamente ya lo sabían. Incluso a nivel lingüístico se han quedado un montón de expresiones en nuestro día a día que relacionan salud intestinal con salud general.

Bromatech, probióticos humanos de iv generación. Mago More

>> Hablabas antes de Irina Matveikova, que tiene un libro interesantísimo: “Inteligencia digestiva”. Supongo que ahí es cuando descubres todo esto, que el intestino es algo más que ese órgano que digiere nuestros alimentos por obra y gracia de la anatomía. (Minuto 24:31)

Sí, de hecho fue a través del libro que me puse en contacto con ella para ir a su consulta. Me ayudó muchísimo también, es una gran sabia y médico de mente abierta. Está todo el día estudiando. Ella, además, hace una cosa muy llamativa y poco común en otro de sus libros. Cuando habla de Helicobacter, que ella trataba con antibiótico de amplio espectro (que te destroza el intestino), reconoce más adelante que se había equivocado y que ahora ya no se trata así, que se trata con probióticos. Y me parece muy inteligente lo que hace en ese sentido, porque está todo el rato estudiando y actualizándose. 

Es muy comprometida, se preocupa mucho por sus pacientes y al final, ya ves, el Helicobacter lo tratas con Pilorex, con unos probióticos en condiciones, y tienes muy bien resultado. Pues a fecha de hoy, casi en 2022, sigues hablando con médicos que te dicen que eso sólo se trata con antibióticos. 

Por eso siempre distingo médicos de mente abierta y de mente cerrada, porque estos últimos piensan que han estudiado la carrera y que eso es así para siempre. La Medicina evoluciona y tienes que estar al día. Y si no lo estás porque no tienes tiempo, escucha lo que te dice mucha gente. Yo tengo un amigo que es cirujano pediátrico que dice que la mejor información se la dan los pacientes, porque de su especialidad salen 20 papers al día que es inviable que se lea, pero hay padres que vienen muy informados y que le dan algún dato que hace de filtro para que luego revise los papers más interesantes. Eso es un médico de mente abierta, humilde, que sabe que no lo sabe todo y que no es un semidiós por haber estudiado la carrera. 

Hay mucha información en Internet actualmente, ya no hablamos de los inicios de esto. Ahora hay muchos blogs y publicaciones científicas validadas interesantes, divulgadores, casos clínicos probados que se pueden consultar… Lo notas cuando hablas con médicos. Por eso me encantan esos profesionales que están abiertos a todo esto.

>> Cruzarse con profesionales como los que mencionas es fundamental. Y por eso me gustaría que nos contases cómo conociste a la Dra. Arponen y cómo, según cuentan por ahí, fuiste el artífice del título de su libro, uno de los mayores best sellers en materia de divulgación del último año. (Minuto 27:26)

El primer día que hablé con Sari me quedé alucinado. Lo que me gusta de ella es que se ha leído todo y si le comentas algo que no ha leído, te contesta: “Déjame mirarlo”. Es decir, tiene esa humildad como para decirte que tiene que revisarlo.

Estoy en contacto con mi editor en el Grupo Planeta, que es Roger Domingo, y le digo que tengo una tía que es la bomba. Sari se quedó alucinada porque su idea era autopublicarse y ya le dije yo que para nada, que ella era una estrella mediática de la divulgación aunque todavía no lo supiese y sabía que su libro estaba llamado a convertirse en un best seller, como así fue.

Entonces, buscando títulos, me acordé de la frase “Es la economía, ¡idiota!”, que fue la que se dijo en la oficina de Bill Clinton cuando se enfrentaba a George Bush padre. Era muy complicado, porque Bush tenía prácticamente ganadas las elecciones. Y alguien dijo “es la economía, ¡idiota!, tienes que centrarte en ella porque es lo que de verdad le preocupa a la gente”. Y yo pensé que al final es lo mismo que la microbiota, que es donde está todo.

Es  un título que te llama la atención y que te da curiosidad. Cuando vas a verlo, descubres que es muy interesante y que te va a resultar útil. Y sin duda Sari escribe muy bien, con mucho sentido del humor y ahí tenemos todos los ingredientes. Yo encantado de haber estado en ese proceso, pero el mérito no es mío, ni mucho menos, es de Sari, que ha hecho una joya.

>> Cuentas en el libro cómo en un momento de frustración laboral, donde la culpabilidad por las cosas no salían te agobiaba, pasaste de una posición derrotista a otra proactiva. Me recuerda al paso que dan muchos pacientes cuando pasan de la primera situación de resignación a la del empoderamiento. ¿Cómo puede ayudarnos ese cambio de chip para manejar nuestra salud. (Minuto 32:17)

Bueno, a mí me pasó con mi hijo. Fue todo prácticamente a la vez. Me diagnosticaron artritis psoriásica, toda mi familia depende de mí, tengo un nene con parálisis cerebral recién diagnosticada… Imagínate, se me cae el mundo encima.

En cualquier cosa que te pase en la vida hay un proceso de aceptación. Hasta que tú no aceptas lo que te está pasando, difícilmente puedes empezar a tomar cartas en el asunto. Es un pensamiento muy estoico. Yo cuento en mi libro que la frase que más me ha cambiado (y es mía) es “Cuando hay lo que hay, hay lo que hay”. Parece una perogrullada, pero es una realidad. No puedes cambiar los hechos, pero sí puedes cambiar la manera de enfrentarse a ellos.

Tú tienes que aceptar las cosas. ¿Tengo un niño discapacitado? Sí. ¿Tengo artritis psoriásica? Sí. Y no puedo estar por ahí pidiendo miles de diagnósticos a ver si alguno me dice que no tengo artritis. A partir de ahí es cuando te tienes que hacer responsable de lo que te pasa, porque tendemos mucho a echar la culpa al médico y el médico no tiene la culpa. En el sistema sanitario que tenemos, que es maravilloso, tanto el público como el privado, los profesionales tienen el tiempo que tienen, pero tú tienes que tener adherencia al tratamiento. 

Imagínate que no quieres curarte con probióticos, que lo que quieres es una pastilla a tope. Perfecto, pero tienes que tomártelo. Tienes que enfrentarte a la enfermedad y responsabilizarte de ella. Los profesionales están ahí para ayudarte, pero lo que no puedes es no seguir las pautas.

Yo me comprometí con el deporte, con la alimentación, con la calidad de mi sueño, con restablecer mi intestino, que estaba bastante dañado. A partir de ahí, empiezo a ver resultados. Es verdad que hay un momento de bajón, de tocar suelo, pero a partir de ahí empiezas a volar. Es casi como cualquier proceso de duelo que se da con las pérdidas o las situaciones difíciles de la vida.

Lo mismo ocurrió con el Covid. Como nos encerraron, hay gente que se ha tirado un año entero despotricando de ello. ¿Puedes salir? No. ¿Por qué? Porque si lo haces, igual te mueres, porque no sabemos qué es esto. Entonces, ¿para qué vas a estar despotricando? Piensa en qué puedes hacer a partir de ahí: estudiar, leer… Es lo mismo.

>> Son muchas las tendencias o hábitos de nuestra vida actual las que impactan en nuestra salud y en nuestra microbiota. Una de ellas es el estrés crónico, del que muchas veces no somos capaces de identificar su origen. Tú hablas en tu libro de “el infinito”. ¿Qué es eso? (Minuto 36:43)

Cuando lees los típicos libros de productividad, distinguen entre lo urgente y lo importante. Yo pensar en clasificar cada cosa que tengo que hacer, me desespera y me consume la energía. Lo que distingo yo es entre mis metas y el infinito. ¿Cuáles son mis metas? Lo que yo quiero hacer de verdad. Cada día, nada más levantarme, me pongo con mis metas un ratito y avanzo poco a poco, porque si no tendemos a caer en el infinito, que es toda esa vorágine de Whatssaps, emails, noticias y cosas pendientes que se acumulan a lo largo del día y que cuando llegan las 20.00 te das cuenta que no has hecho nada. Has estado muy liado y no has hecho nada. Y llega el viernes y no has hecho nada. Y llega Fin de Año y no has avanzando.

Tenemos que conseguir nuestras metas, porque eso nos va a dar una felicidad absoluta. Ir avanzando poco a poco en nuestros proyectos personales o profesionales.

Y a mayores, una vez que uno cae en el infinito, lo que necesita son herramientas que nos ayuden a gestionarlo, para poder ser productivos y ganar horas para nosotros mismos. Eso hace que se reduzca mucho nuestro estrés. Porque el problema es que mantenemos el nivel de cortisol y de adrenalina todo el rato alto. Yo recomiendo el libro de Robert Sapolsky, “Por qué las cebras no tienen úlcera”. Ahí te cuenta cómo el “y si…” nos mata. Tenemos un nivel tan alto de estrés que somos incapaces de desconectar y eso provoca que nuestro nivel de cortisol esté siempre muy alto, lo cual afecta a la microbiota y todo en general.

Y podríamos hablar horas y horas de esto, pero el eje neuroentérico, el eje intestino-cerebro, tiene su funcionamiento más que demostrado, a través del nervio vago. Con lo cual, mucho estrés te mata el intestino y un mal intestino te genera mucho estrés.

>> Por eso siempre decimos que hay que tener en cuenta el intestino más allá de los problemas intestinales. (Minuto 40:41)

Sin duda. Hay mucha gente que tiene problemas psicológicos, le tratan el intestino y mejoran. Es que hay bibliografía y casos documentados de médicos para aburrir. Y sobre todo, imagínate que alguien está leyendo esto y no se cree lo que acabo de decir, piensa que es una estupidez. Pues tienes mucho que ganar y poco que perder. Lo peor que te puede pasar si cuidas tu intestino es que vas a comer bien y vas a llenar de bichitos buenos, de probióticos, tu intestino. Y lo mejor que te puede pasar es que esto funcione. Así que, aunque no te lo creas, pruébalo.

>> Normalmente, a cada uno de los profesionales o pacientes que traigo a Media Hora con tu Microbiota les pido que nos de un par de consejos para cuidar nuestra microbiota y nuestra salud, pero contigo quiero ir paso a paso porque tienes millones recogidos en el libro: (Minuto 42:07)

a. Alimentación, ¿cómo comer para estar bien?

Más mercado y menos supermercado. Evita cosas envasadas. Vete a comprar al mercado, dedica tiempo a tu alimentación y a cocinar. En general, si evitas azúcar y gluten ya con eso vas a adelgazar, se te van a quitar los granos, vas a dormir mejor, vas a tener mejores digestiones… 

La mayoría de la gente, además, es bastante intolerante a la lactosa. Me refiero a los caucásicos, a los que vivimos en Europa es que no tenemos lactasa, directamente y eso no es discutible. Tendemos a tomar mucho hidrato de carbono refinado… Podríamos estar hablando horas y horas.

b. Meditación, cómo convencemos a esa persona que siempre piensa: “Eso no es para mí”

La meditación es el hábito más complicado. Hay que tomárselo como parar y respirar, que te ayuda mucho con el sistema inmunológico, con tu microbiota… Date cinco minutos al día para ser consciente de tu respiración. El hecho de estirar la espalda, aspirar, espirar… hace que te relajes bastante y reduce el estrés.

Un ejercicio muy sencillo: inspiras por la nariz, intentas expirar lo más despacio que puedas. Muchas veces me dice que está muy nerviosa y que le da miedo hablar en público. Haciendo esto diez veces, lo que haces es hackear a tu sistema nervioso central.

c. Dormir, el gran olvidado de la salud. ¿Qué hacer si dormimos mal?

A mí me funcionan muy bien los ayunos intermitentes. Si no ceno o ceno pronto duermo fenomenal. Hay una rutina de sueño que te invita a leer por la noche. Si evitas todo tipo de pantallas azules y entras en una somnolencia natural.

d. Cambiarnos las gafas. Cómo nos afecta nuestra perspectiva vital y qué papel tiene el humor en todo ello.

Las cosas hay que tomárselas con humor, porque es mucho mejor. Pero para eso hay que rodearse de humor. Evita los amigos negativos, los que siempre te cuentan sus penas. Si estás hecho polvo, no te pongas un drama, ponte una comedia… Hay un montón de cosas que puedes hacer y que dependen de ti. Rodéate de buena gente en general y empezarás a ver las cosas de otra manera.

e. Gestionar ese infinito del que hablábamos antes. ¿Cómo salimos de la rueda?

Tienes que ser consciente de que tienes que hacer mejor las cosas. Yo hice un curso, que se llama “El curso de tu vida” para poder ahorrar tiempo. Y no te metas en el infinito al empezar el día, reserva aunque solo sea media hora al día para alcanzar tus metas y así vas avanzando. Ahí hay que ser consciente de cómo se enfrenta uno, no podemos estar todo el rato con interrupciones. Tenemos que aprender a manejarlo, hacer las cosas por lotes y ser eficientes. Todo se puede gestionar mucho mejor.

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