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Ep.3 ALZHEIMER, PARKINSON Y MICROBIOTA, entrevista con Elisabet Masoliver

En el tercer episodio de Media Hora Con Tu Microbiota seguimos hablando de eje intestino-cerebro y microbiota, esta vez centrándonos en su relación con las enfermedades neurodegenerativas, como el Parkinson y el Alzheimer.

¿Qué vas a encontrar?

>> Como pacientes o personas ajenas a la práctica clínica, las enfermedades neurodegenerativas nos causan mucho miedo, porque no sabemos muy bien qué le pasa a nuestro cuerpo cuando debutan. ¿Qué pasa cuando nos diagnostican Parkinson o Alzheimer (Minuto 2:20)

El Parkinson es la segunda enfermedad más común en los ancianos después del Alzheimer. Es una enfermedad severa y progresiva del sistema nervioso que afecta sobre todo al movimiento. Los síntomas comienzan de una manera gradual y el más conocido es el temblor en reposo, que generalmente empieza en una extremidad, como una mano o los dedos.

Es también característico el enlentecimiento de los movimientos. Se nota mucho en la marcha, una marcha con pasitos muy pequeños, arrastrados, donde falta el movimiento natural de los brazos. También se aprecia una rigidez, una alteración de la postura y del equilibrio. Podemos ver en esos pacientes, además, una falta de expresividad en su rostro, un habla lenta y si tenemos la ocasión, veremos que su escritura es difícil y muy pequeña.

Pero las manifestaciones no solo son motoras, si no que a menudo se acompañan de otros problemas, como afecciones en el olfato y el gusto, síntomas de la esfera emocional y conductual, como depresión, ansiedad y problemas del comportamiento… Y también con síntomas digestivos, sobre todo el estreñimiento.

Por otro lado, el Alzheimer es la causa más común de demencia. Las demencias causan un deterioro progresivo de las funciones cerebrales. También empiezan lentamente. Se afectan partes del cerebro que controlan el pensamiento, la memoria, el lenguaje… Estas personas al inicio pueden tener dificultad para recordar cosas que ocurrieron de forma reciente, como dónde pusieron las llaves, por ejemplo.

Con el tiempo, estos síntomas empeoran y pueden llegar a no reconocer a sus propios familiares, tener dificultades para hablar, leer, escribir… Y pueden más adelante olvidarse de hacer las actividades cotidianas, como cepillarse los dientes o abrocharse una camisa. Más adelante pueden aparecer cuadros de ansiedad, agresividad, desorientación… Y acaban finalmente necesitando cuidados totales.

>> ¿Qué es el eje intestino-cerebro? ¿Cuál es su manera de relacionarse con la microbiota y cómo impacta en las enfermedades neurodegenerativas? (Minuto 6:00)

Existe una comunicación permanente entre tu intestino y su microbiota con tu cerebro, y es bidireccional. Hay multitud de estudios que ya han confirmado que alteraciones a nivel cerebral pueden afectar al funcionamiento intestinal y también de la microbiota.

Muchos hemos experimentado las mariposas en el estómago cuando estamos enamorados o las urgencias intestinales cuando estamos nerviosos, ¿verdad? Pero también existe evidencia de lo contrario, de que las alteraciones intestinales o de la microbiota pueden afectar a nuestro comportamiento, nuestras emociones, nuestro estado de ánimo…

Esta comunicación se hace a través de varias vías. Hay vías neuronales, como el sistema nervioso entérico o el nervio vago; hay vías endocrinas u hormonales y otras vías que implican a la inmunidad y el metabolismo.

En los pacientes con Parkinson y Alzheimer, se han detectado evidencias que de que hay una disbiosis intestinal, un exceso de permeabilidad, tanto de la mucosa intestinal como de la barrera hematoencefálica, que es la que se encarga de no dejar pasar sustancias tóxicas a nuestro cerebro para protegernos. Y estas alteraciones podrían inducir, agravar o perpetuar los daños en el cerebro.

>> Hablamos de patologías muy relacionadas con el envejecimiento. ¿Cómo cambia nuestra microbiota a medida que entramos en la vejez? (Minuto 8:00)

Lo que ya sabemos es que con la edad perdemos cantidad y diversidad de microbiota. Es interesante que en estudios que se han hecho a semicentenarios, que son aquellos que llegan a los 105-109 años, se ha visto que tienen una mayor abundancia de algunas cepas que son protectoras, como las bifidobacterias, la Akkermansia o la familia Christensenellaceae, comparados con individuos de otras edades pero de la misma región, para no tener un sesgo o confusión si hay cambios de dieta u otras costumbres.

Si tenemos una disbosis y un intestino permeable, vamos a generar una inflamación sistémica que va a pinchar, a dañar, la barrera hematoencefálica y eso va a favorecer una neuroinflamación y una neurodegeneración.

Por el contrario, si tenemos abundancia de bacterias buenas, si estamos en eubiosis, esto mandará unas señales de homeostasis, de que todo está bien y la microglía, que son las células inmunes que residen en el cerebro, van a permitirse madurar más, proliferar más y cuidar de nuestras neuronas. Así nos van a proteger de esta neuroinflamación.

Bifiselle Nutribiótica Parkinson y Alzheimer

>> Estamos hablando de las barreras tanto hematoencefálica como intestinal. ¿Qué significa el concepto hiperpermeabilidad intestinal (Minuto 10:50)

En el intestino, tenemos una fina capa de mucosa, que es una línea única de células epiteliales en el intestino que nos separa lo externo de lo interno, porque lo que tenemos dentro del tubo digestivo aún no ha entrado en nuestro organismo.

Esa capa es muy fina y se caracteriza por tener unas uniones estrechas que permiten un paso relativo de lo que nos interesa, porque debajo de ella están nuestro sistema inmune.

El 80% de nuestro sistema inmune se encuentra justo envolviendo el intestino. Cuando tenemos agresiones y el sistema inmune se activa, se inflama, hace que esas uniones estrechas se descompongan. Por eso también se habla de barrera pinchada, porque es como que tiene pequeñas aperturas y no hay tanto control de lo que va entrando desde dentro del tubo digestivo, que es externo a nuestro cuerpo, para dentro.

Esta barrera no está totalmente sellada, tiene una permeabilidad selectiva, pero cuando se descompone y se pincha ya no tenemos control de lo que ocurre y eso es lo que activa el sistema inmune y produce inflamación.

>> Los últimos estudios científicos indican una relación muy grande entre esta hiperpermeabilidad y el Alzheimer. ¿Es así? (Minuto 12:50)

Sí, porque cuando se produce, todas las citoquinas inflamatorias, que son los mensajeros que comunican un estado de alarma, se liberan y dañan también la barrera hematoencefálica y pasan no solo estos mensajeros, sino también microbios o partes de microbios o tóxicos.

Lo que esto provoca es que nuestra microglía, que son esas células del sistema inmune residentes en el cerebro, también se activen, se inflamen y generen neuroinflamación.

>> Antes hablábamos de que estas patologías son características de la vejez. ¿Qué significa el concepto inflamaging (Minuto 13:51)

La palabra es la conjunción de dos palabras en inglés: inflamación y edad. Y se trata de una inflamación crónica de bajo grado que se asocia a la edad o al envejecimiento. No tiene por qué ser siempre así, es decir, podemos envejecer sin inflamarnos mucho, dependerá de varios factores.

Además del estilo de vida, el estado de la microbiota ayuda a modular esa inflamación. Y si estamos inflamados, los factores de riesgo genéticos que podamos tener y otros factores ambientales van a aumentar aún más las probabilidades de sufrir estas enfermedades neurodegenerativas, debido a esta inflamación crónica.

>> Cuando hablamos sobre el día mundial del Parkison, decidimos hablar del papel de la alfa-sinucleína, que se pliega de manera anormal, y que puede tener su origen en el intestino. ¿Cuál es el papel de esta proteína y por qué es tan importante tenerla en cuenta en esta enfermedad (Minuto 15:49)

Esta proteína mal plegada forma parte de unas estructuras características que se llaman cuerpos de Levy. Las encontramos en las neuronas de las personas afectadas por Parkinson. La función de esta proteína se da en las terminaciones nerviosas, en las terminales presinápticas.

Parece ser que la alfa sinucleína está muy implicada en la liberación de esas vesículas, para poder soltar los neurotransmisores y que lleguen a la siguiente neurona. Si esta proteína está mal plegada, tiene una forma equivocada, su función también se ve afectada. Y de ahí que aparezca la disfunción o la patología.

Parece ser que la alfa sinucleína está muy implicada en la liberación de esas vesículas, para poder soltar los neurotransmisores y que lleguen a la siguiente neurona. Si esta proteína está mal plegada, tiene una forma equivocada, su función también se ve afectada. Y de ahí que aparezca la disfunción o la patología.

Como dices, ya hay muchísima evidencia de que el mal plegado de esta proteína ocurre en el intestino y que se transporta, como si fuera por una autopista, a través del nervio vago hacia el cerebro. Y esto ocurre cuando estamos en condiciones de disbiosis, permeabilidad intestinal excesiva e inflamación.

>> Está todo conectado, ¿verdad? Al final todo acaba de nuevo en el desequilibrio de la microbiota (Minuto 18:14)

Sí, es un círculo vicioso que se va retroalimentando y no para. A los pacientes les comento que tenemos que romperlo por algún lugar, porque si mejoramos la disbiosis y la permeabilidad, mejorará la inflamación, la barrera intestinal… y convertimos este círculo vicioso es un círculo virtuoso y nos ayude a mejorar más otras cosas a medida que estamos mejor en lo básico.

>> ¿Qué sabemos en el caso del Parkison sobre su relación con la microbiota? ¿Se ha detectado algún perfil de disbiosis específico? (Minuto 19:39)

Sí, existen varios estudios en los que se caracteriza este perfil de disbiosis, que presenta un aumento de Enterobacterias o microbiota proteolítica y putrefactiva, y una reducción de bacterias protectoras, como el Faecalobacterium prausnitzii, los lactobacilos o los enterococos.

También se detecta una reducción de los ácidos grasos de cadena corta, que son metabolitos fabricados por la propia microbiota y que son beneficiosos para nosotros, como por ejemplo el butirato.

>> ¿Y cuál es el papel de la microbiota oral en esta patología (Minuto 21:36)

No debemos olvidarnos nunca de la microbiota oral, especialmente en estos pacientes. Tanto la caries como la enfermedad periodontal son muy frecuentes en el Parkinson. Y es que además, estas infecciones a nivel bucal pueden trasladarse directamente al cerebro a través del bulbo olfatorio, que está en el techo de la nariz, y eso aumentaría aún más esa neuroinflamación.

Es fundamental cuidar la salud oral en estos pacientes, porque su patología también les afecta a la salivación y les cuesta el movimiento masticatorio. Y puede que ellos no se quejen mucho de tener problemas en la boca, pero hay que mirarlos y tratarlos, porque solo agravan más la situación.

>> A nivel intestinal, en el caso del Parkison es muy llamativo también la gran presencia que hay de un síntoma como es el estreñimiento. ¿A qué se debe? (Minuto 22:45)

Sí. Dentro de los síntomas funcionales en el intestino que manifiestan las personas con Parkison, el estreñimiento es el más frecuente. Muchas veces, empieza a ocurrir desde 10 o 20 años antes de que aparezca cualquier síntoma motor.

Hay otras patologías digestivas que también son más comunes en estos pacientes, que serían la infección por Helicobacter pylori y el SIBO. Todo esto, unido a la disbiosis oral, debemos tratarlo, porque no solo mejora los síntomas propios, sino también los síntomas motores y la calidad de vida de los pacientes.

>> ¿Crees que en estos casos es útil utilizar Microbioterapia, con probióticos y psicobióticos en estos pacientes? (Minuto 23:47)

Primero, sería bueno definir qué es un psicobiótico. La definición inicial habla de bacterias vivas que, cuando se ingieren en cantidades adecuadas, confieren beneficios para la salud mental. Hoy en día esa definición se ha ampliado un poco más para añadir cualquier sustancia cuyo efecto en el cerebro esté mediado por las bacterias, haciéndolo a través del eje intestino-cerebro. Así englobamos no sólo los probióticos, sino también los prebióticos, los postbióticos, alimentos fermentados…

Si queremos usar probióticos, eso sí, tenemos que tener en cuenta que para que puedan colonizar nuestro intestino y hacer la función que queremos que hagan deberían ser de IV Generación, de origen humano, resistentes al estrés mecánico, a la acidez gástrica, y que sean de cepas específicas que ejercen la función que estamos buscando.

No vale ir a la farmacia y comprarse un probiótico cualquiera. Tiene que estar bien dirigido.

Psicobrain, psicobiótico, ansiedad y depresión

>> Más allá de estas enfermedades, ¿has tenido buenas experiencias clínicas con la Microbioterapia? (Minuto 26:40)

Sí, puedo contaros que muchos de mis pacientes, que consultan por ansiedad, depresión u otras dificultades presentan síntomas de neuroinflamación. Lo sabemos porque no duele, no es como la de una articulación, donde notas el dolor, sino que se manifiesta con síntomas más difusos.

Hay uno en especial que se ha popularizado más que es el brain fog, que es la niebla mental o la nebulosa mental, que también podría ser como falta de concentración, de motivación, de lentitud mental…

Cuando un paciente te cuenta estos síntomas es importante que preguntes si manifiesta alguna disfunción digestiva y tratarla, porque puede que haya problemas en el eje microbiota-intestino-cerebro. Y en esos casos, los probióticos nos sirven de gran ayuda para reequilibrar. Y cuando utilizas probióticos para ese motivo, no solo mejoran los síntomas digestivos si los tiene, sino también esta neblina mental, estos síntomas de neuroinflamación también mejoran. Y lo ven muy rápido dentro del tratamiento, les sorprende mucho.

Me he encontrado con pacientes que habían normalizado esta sintomatología.

>> ¿Cuáles son los consejos que nos das para trabajar en prevención para personas con predisposición genética a enfermedades neurodegenerativas? (Minuto 31:18)

Los consejos que podría dar para estas personas serían las mismas que podría dar para cualquier persona. De hecho, nos puede pasar a todos eso del inflamaging y lo que queremos es prevenirlo.

Lo que hacemos de adultos jóvenes, a los 30, a los 40… tiene un papel importantísimo para nuestro futuro cognitivo, tengamos o no un riesgo genético. Si queremos una longevidad con una buena calidad de vida, dependerá mucho de lo que hacemos hoy.

Por eso, hay recomendaciones que sirven para personas que tienen riesgo pero podrían servir para todos. Deberíamos movernos más, no llevar una vida tan sedentaria, y hacer ejercicio, sobre todo de fuerza, incluso en los pacientes que tienen una patología neurodegenerativa, en los que se ha visto que ayuda a enlentecer la progresión de la enfermedad y les mejora mucho la calidad de vida.

Pasar más tiempo en la naturaleza, tomar el sol, mantener los ritmos circadianos (vive de día y duerme de noche), tener un buen descanso, gestionar el estrés de la manera que mejor nos vaya…

Otro tema interesante es practicar, al menos de vez en cuando, con estímulos horméticos. Lo que no te mata te hace más fuerte. Nuestros ancestros conocían muy bien estos estímulos, pero parece que nosotros los hemos olvidado: pasar hambre, pasar frío o calor… Practicarlos de manera intermitente nos es beneficioso.

También mantener unos buenos contactos sociales, que sean positivos, y seguir con una alimentación adecuada, evitando los productos que nos inflaman: azúcares, granos refinados, azúcares… Si cuidamos mucho de nuestra salud intestinal y bucal y de nuestra microbiota, conseguiremos vivir muchos años con buena calidad de vida.

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